Hay una pregunta materialista vulgar que oímos a menudo referida a empeños y actividades humanas: ¿quién lo paga?
En la naturaleza, la "divisa fuerte" es la energía. Se cobra y se paga en energía. También sucede así en la economía humana, que no se halla al margen de la naturaleza –a pesar de las ilusiones que alienta la teoría económica estándar. Ante las actividades de producción y consumo de los seres humanos, hemos de preguntar: ¿quién lo paga –es decir, con qué base energética se realiza? Y es que casi todas las actividades humanas se entienden mejor si pensamos primero en términos de energía (cuidando de no incurrir en determinismo energético; y abordando también, desde luego, los aspectos culturales, políticos, económicos, etc. de tales actividades). Pues de la energía disponible para una sociedad depende casi todo lo demás.
Esto sucede también si indagamos en posibles transiciones ecosociales hacia la sustentabilidad: ¿cómo afectaría a nuestras sociedades lo más básico de esos cambios, a saber, la necesaria transición energética desde la matriz actual basada en combustibles fósiles hacia un sistema energético nutrido con fuentes renovables?
Un desarrollo reciente –la electrificación parcial de la isla canaria del Hierro con energías renovables— pueda servirnos como "miniestudio de caso" para juzgar de forma realista las posibilidades de "solución técnica" para los problemas socioecológicos, en los contextos reales donde nos movemos. "El Hierro prescinde del petróleo", se anunciaba a bombo y platillo hace dos años en prensa y televisión. El 27 de junio de 2014 se inauguró la central hidroeólica de Gorona del Viento (abreviaremos CHE), permitiendo a los diez mil habitantes de la isla canaria abastecerse parcialmente de electricidad renovable (eólica, para ser más precisos). Cinco aerogeneradores, dos depósitos de agua a diferente altura y un sistema de bombeo conforman lo esencial del dispositivo.
¿Un motivo de alegría, verdad? ¿Una iniciativa ejemplar? Sí y no. Reparemos en que el proyecto nació en 1981: y se materializa parcialmente, con gran fanfarria propagandística, 33 años más tarde. No es este el lugar para contar la historia política menuda de este retraso: en realidad, las mismas fuerzas que pusieron palos en las ruedas son las que hoy intentan colgarse las medallas, como bien saben las y los ecologistas canarios. El juicio de Federico Aguilera Klink (catedrático de la Universidad de la Laguna, y uno de los mayores expertos de nuestro país en economía ecológica) sobre Gorona del Viento es muy severo: "…un bluff más que otra cosa, no es nada de lo que dicen los medios masivos que ‘repiten’ notas de prensa de un gobierno que ignora el medio ambiente, el territorio, la democracia y las energías renovables y que, después, de impulsar la construcción disparatada del Puerto de Granadilla, descatalogando especies protegidas, ahora se apunta a lo de El Hierro como si fuese una revolución -no lo es- que han impulsado ellos…" (comunicación personal, 28 de junio de 2014).
En el Hierro se venían consumiendo cada año unos 15.150 TEP (toneladas de equivalente de petróleo) en hidrocarburos (177.000 mWh aproximadamente), de los cuales antes de la CHE el 23% se destinaba a la generación eléctrica con grupos diésel. Hasta 2014 la generación eléctrica a partir de las energías renovables era insignificante, un 0,8%
Antes de la entrada en funcionamiento de la CHE, se estimaba que como máximo podría sustituir el 70% de la energía eléctrica consumida en la isla. Sin embargo, los ingenieros Sergio González y Juan Lorenzo (que han participado tanto en la redacción de su proyecto como en su posterior construcción) estimaban que a causa de la estacionalidad del régimen de vientos en la isla, la generación de la CHE no superaría el 55% de la demanda. De hecho, tras un par de temporadas en funcionamiento, el cuidadoso estudio de Roger Andrews (" El Hierro completes a year of full operation", Energy Matters, 11 de julio de 2016) muestra que la CHE está proporcionando el 34,6% de la electricidad que consumen los herreños y herreñas: una tercera parte del consumo… sólo de electricidad, cuyo consumo total, recordemos, supone el 23% del consumo de energía de los isleños. En suma, Gorona del Viento aporta apenas el 8% de la energía usada en el Hierro; el 92% restante sigue siendo energía fósil. No es como para echar las campanas al vuelo, ¿verdad?
El coste estimado del proyecto, señala Pedro Prieto (comunicación personal, 19 de julio de 2016), supera los 80 millones de euros; si lo hubiesen tenido que pagar a escote los diez mil herreños y herreñas, tocarían a unos 8.000 euros por cabeza. ¿Esto es mucho o poco –por el 34% de su consumo eléctrico, que una vez hecha la inversión saldría casi gratis durante varios decenios? Depende.

En definitiva, Gorona del Viento es una buena iniciativa (aunque mucho más modesta de lo que la propaganda mediática quiere hacer creer) que llega con tres decenios de retraso. Y para proporcionar a largo plazo la base energética de una sociedad sustentable (en una pequeña isla, en este caso), esta CHE requeriría un marco político –poscapitalista y ecosocialista— y un marco moral –de autocontención— que estamos muy lejos de haber construido. Y que por desgracia queda muy lejos del "sentido común" que hoy por hoy siguen cultivando las mayorías sociales.
Fuente: http://www.eldiario.es/ultima-llamada/El_Hierro_renovables_energia_6_541105902.html
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